Despierta a tu niño interior

¡Cuán importante es recordar de vez en cuando nuestras vivencias infantiles! Cuando se llega a la denominada «edad adulta» parece que las preocupaciones, responsabilidades y problemas inundan nuestros días sin pretender marcharse nunca. Parte del tratamiento contra el estrés y los malos humos es recordar a menudo esos momentos en los que nuestra única incertidumbre vital era pensar en si nuestros padres nos comprarían un helado aquella tarde. Estas sensaciones quedan sepultadas bajo el cúmulo de todas esas otras que ocupan nuestra mente habitualmente. Pero, ¡no pasa nada! Porque en Muslher venimos para recordarte que la mejor receta para ser feliz siempre incluye mantener despierto al niño que llevamos dentro.

Cuando somos niños tenemos una fuente inagotable de entusiasmo. Es obvio que a medida que pasan los años las fuerzas disminuyen, ¡pero el ánimo no debe perderse nunca! Una práctica buena para ejercitar ese entusiasmo tan necesario es fijarse en las cosas buenas de cada día. Si hacemos eso las estaremos valorando y las aprovecharemos el triple. Al darles ese valor que merecen despertamos nuestra emoción, que la rutina suele eclipsar. Las personas agradecidas son de las más felices.

Otra práctica muy efectiva es aprender a volver a jugar. Los que son padres saben de lo que hablamos porque lo tienen más fácil. Si no tienes niños alrededor te puede parecer una propuesta algo estúpida… Tampoco hace falta jugar con muñecas, sino a hacer actividades lucrativas. En general, se piensa que los adultos tenemos una relación con la naturaleza más pasiva que los niños. Nosotros acabamos sentados de picnic mientras ellos saltan, corren, trepan a los árboles… En uno de estos planes podríamos saltar a la comba, trepar algún árbol o columpiarnos. Al fin y al cabo, estos juegos al aire libre nos sacan de nuestra rutina asfixiante y entrenan zonas de nuestro cerebro olvidadas. ¡Despierta tu entusiasmo y saca tu lado más aventurero!

Hablando de aventuras y emoción, ¿quién no se ha imaginado alguna vez como Clint Eastwood en El bueno, el feo y el malo? Y es que todos de pequeños soñamos con ser cowboys a lomos de trepidantes caballos del desierto. Soñar despiertos es otra faceta «infantil» que nosotros queremos seguir defendiendo. Ahora damos más importancia a que se cumplan esos sueños o no (el miedo a fracasar), pero cuando somos niños queremos vivir la aventura (disfrutar del camino) y aprendemos casi sin darnos cuenta de los errores y los aciertos. Así es, precisamente, cómo creamos recuerdos primordiales que nos acompañan durante el resto de nuestros días. Son lecciones de vida almacenadas en nuestra forma de ser que ni siquiera nosotros percatamos (o recordamos con claridad), pero están ahí.

Abrazar estrecha los lazos afectivos, ayuda a crear un clima de intimidad y es una manera de suavizar el ambiente en las situaciones tensas. Los niños son más desinhibidos en el contacto físico. Abrazan, dan la mano… Está comprobado que demostrar el cariño a nuestros seres queridos mediante el contacto físico es una fuente de felicidad. Desafortunadamente, a medida que nos hacemos mayores vamos poniendo más barreras entre nosotros. ¡Por eso es tan importante mantener despierto a nuestro niño interior!

Otro aspecto importante es crear, ser creativos. Las personas que dedican tiempo a sus hobbies están menos estresadas y más contentas cuando se dedican a hacer eso que les apasiona. Es una muy buena manera de liberar tu cabeza de todas esas preocupaciones para después poder enfocarlas mucho mejor. Los niños colorean, construyen castillos de arena, hacen manualidades que luego esparcen por la casa… Encontrar los hobbies de cada uno es fácil si sabes cómo. ¡Solo tienes que ponerte a ello! Prueba distintas cosas. Prueba, prueba y prueba. Cuando des con lo que más te apasiona… ¡te darás cuenta!

Nunca es demasiado tarde para intentar sacar a pasear a tu niño interior. Aquellos adultos con las sonrisas más grandes son aquellos que son conscientes de quiénes fueron una vez y aúnan esas experiencias con lo mejor de sí mismos. ¡No nos dejemos llevar por los malos humos y los pies izquierdos! Claro que los niños también se ponen de malhumor, pero son niños… Los adultos tenemos la ventaja de saber de qué va la cosa. Sí, tenemos responsabilidades, preocupaciones… Eso no nos lo quitará nadie, lo que nos toca decidir a nosotros es cómo afrontarlos, qué hacer con todas esas emociones que a veces nos sobrepasan.

Nuestro niño interior nunca falla.

Abrir chat
Muslher
Hola 👋
¿En qué podemos ayudarte?